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Es la historia más
tierna de la saga porque sus personajes son, de verdad, un
auténtico cielo. Rosemunde tuvo un accidente con el carruaje
cuando era pequeña y su cara quedó marcada con cicatrices.
Está tan acomplejada que no se ha dado cuenta de que ya casi
no se le notan y sigue pensando como si fuera deforme o algo
así. Con 16 años se casó con un amigo de su padre que siempre
la ha tratado muy bien, aunque no hace falta que se diga que
la vida sexual con él no es demasiado
gratificante.
Ahora tiene un problema enorme que sólo
ella puede solucionar. El heredero de su marido es un sobrino
que está metido en una secta. Si hereda la propiedad las
tierras pasarán a ese grupo religioso que obliga a todos los
arrendatarios a comulgar con ellos o marcharse.
La
única solución sería que tuvieran un hijo, pero la salud de su
marido no le permite demasiados excesos. Cuenta con el apoyo,
aunque no expresado, de sus trabajadores, de sus arrendatarios
y de su propio marido, pero ¿con quién va a
acostarse?
Necesita un "semental" y de pronto, se
encuentra al hombre perfecto tirado a un lado de la cuneta. Lo
recoge, lo lleva a casa de su prima Diana y lo cuida sin
quitarse en ningún momento el antifaz y sin dejar que él
consiga ninguna pista de su identidad. A cambio de salvarle la
vida, le pide que se acueste con ella y eso cambiará para
siempre sus vidas.
Brand intenta por todos los medios
descubrir quién es la misteriosa mujer que le ha robado el
corazón y Rosa sólo quiere centrarse en su futuro hijo y en
cuidar a su marido.
FONT face=Verdana>El mayor
obstáculo para el amor de los protagonistas son ellos mismos
porque son incapaces de hacerle daño a nadie y el marido de
Rosa es tan buena persona que no le pueden perjudicar. Al
final, como siempre, será Rothgar quien les ayude. En esta
historia conocemos a Diana, la prima de Rosa, que será la
protagonista de
Diabólica.
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